miércoles, 15 de abril de 2009

¿Preguntas existenciales?

Regresados al punto de partida, cuando la dulce tristeza del reencuentro con la rutina se estampa en el cielo final de la tarde, las imágenes, las sensaciones de lo vivido durante el viaje van adquiriendo un peso en cuya cifra interviene también el momento presente. Es el momento de expresar por escrito las intuiciones que nos rozaron entonces.




Escuchamos en la iglesia, aislados de la noche solitaria y fría, el rezo de completas. Los monjes benedictinos celebraban con su cántico, repetido jornada a jornada, idéntico, a lo largo de los siglos -y no es un modo figurado de hablar-, el final de otro día pleno y su deseo de iniciar uno nuevo en el servicio y la alabanza de Dios.





Sus voces, las sencillez del rito, con algún simbolismo extraño para el profano, transmitían una serenidad que se elevaba por encima del altar, de la bóveda, de las nubes, de la manifestación cultural con que escuchamos desde nuestro escepticismo antropológico...

Poco importa compartir o no su fe, porque a fin de cuentas a todos nos une el hecho de la existencia y la necesidad de llenarla de sentido.

Las preguntas que uno se plantea frente a los monjes: ¿es mi vida más variada, más intensa, más libre que la de los monjes? ¿Somos dueños de nuestra forma de vida? ¿Cuál es el estilo de vida que en el fondo deseamos?