viernes, 31 de julio de 2009

Todo a 2 euros

No sólo camisetas, cualquier otra prenda, por kafkiano que parezca, a 2, 5, 7 o 9 euros. Nada tendrá un diseño sofisticado ni una calidad excepcional, pero tampoco hará nadie el ridículo vestido así. Algunos días antes, los sindicatos anuncian, o denuncian, que los fabricantes de marcas blancas pagan una media del 30 % menos sus empleados que las empresas de nombre reconocido. Es cierto que nada vale nada, que nos acostumbramos fácilmente al gratis total de Internet, que sabemos que nuestras monedas no pagan el objeto adquirido, sino nuestras propias fantasías estimuladas por la publicidad y por un magma social del que todos formamos parte, aunque sean los medios de comunicación sus amplificadores oficiales. Llegamos a casa y vemos en las etiquetas que la ropa ha sido confeccionada en Bangla Desh. El low cost siempre lo paga alguien, también, de un modo u otro, nosotros mismos.

jueves, 30 de julio de 2009

Creer para crear

Un Mayor Zaragoza ebrio de utopía defiende en un extenso artículo que ahora es posible otro mundo, aquel justo y solidario que cualquiera de nosotros soñaría. Afirma tajante: “El panorama actual constituye una vergüenza colectiva, que exige un cambio tan radical como apremiante. Ahora sí es posible este cambio porque en los últimos años se ha producido una rápida “maduración” de las capacidades necesarias para que los súbditos se conviertan en ciudadanos del mundo y adquieran una conciencia global”. Al despertar democrático de amplias zonas del planeta añade las nuevas tecnologías como formas novedosas y revolucionarias de participación y toma de decisiones. La crisis actual se ve como una posibilidad; los capitales que han salido al rescate de las instituciones que nos han llevado a la crisis, aparecen como una demostración de la existencia de capitales que pueden ponerse al servicio de causas humanitarias e igualitarias mucho más dignas.

Me encantaría que esa euforia me arrastrara, aunque fuera en una dosis apta para todos los públicos. Pero me temo que me domina el escepticismo. ¿Podremos alguna vez las personas sin poder económico transformar el mundo? Parece que cuando han sido actores en primera línea de la historia ha sido en beneficio de los privilegios de clases emergentes con poder económico y social de facto o, si no, han dado paso a la creación de élites que se han arrogado esos poderes.

Es cierto, como apuntaba Vicente Verdú, que el momento previo a la crisis era percibido socialmente por grandes capas como de fin de ciclo, como un estado de cosas tal que era imposble su mantenimiento por más tiempo. Pero nada apunta ahora hacia otro mundo. El tiempo lo dirá, pero quizá no sea más que otro bache cíclico de nuestro capitalismo. El verano nos ha instalado ya en ese limbo de la espera, de la decisión aplazada. A la vuelta veremos. En cualquier caso, para crear -arte u otro mundo- es necesario creer. Y creer es una fuerza que viene de dentro afuera, incontenible por los muros de los argumentos y las razones. A veces, el voluntarioso ensamblaje de razones y argumentos puede parecernos que levantamos con ellos una creencia, pero sólo es un espejismo.