En el disfraz del mundo las sonrisas florecen, el niño se hace hombre, la primavera invierno. Pero el árbol y un golfo de la costa, el juguete y los animales de la selva no cambian de lugar. Hay naciones y unas cuantas letras. Existen los utensilios y las islas, los pájaros y los cimientos. No quisiera olvidarme del mar Mediterráneo ni de las olas, ni de los ángeles; quisiera recordar alguna canción, algún dibujo, alguna caricia, pero ¿qué mayor alegría que escribir para el disfraz del mundo?
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