Internet aún es una ¿herramienta?, ¿un lugar?, ¿una realidad? lo bastante desconocida para la mayor parte de la gente como para que se esté construyendo aún su imagen colectiva. Y, entre todas las imágenes posibles, parece que los medios mayoritarios de ¿información?, ¿comunicación?, ¿formación de masas? se inclinan por construir una imagen mítica en la que habitan lo portentoso, el triunfo, un espíritu lúdico y las soluciones cuasimágicas. Hay quien consigue cambiar un clip por una casa, quien empieza con una empresa en el garaje y se transforma en el hombre más rico del mundo, quien salta a la fama -a los telediarios, que así refuerzan la imagen que construyen- desde su blog, su maqueta colgada en myspace, su negocio circunscrito en principio a la red. Hoy he visto en el telediario cómo un test -creo que ya ancestral, el clásico sociograma- logra, gracias a su formato digital, detener de forma absoluta el acoso escolar.
Los medios seleccionan aquello que confirma la imagen de la realidad -de esta y de cualquier otra- que, en el fondo, ellos mismos han creado. Los mass media tienen el poder supremo de construir la realidad y este es su modo de representarla/crearla. Frente a su poder omnímodo, la literatura y el arte apenas pueden competir. ¿Se habrán repartido los papeles y al arte le ha correspondido el de mero objeto -todo lo refinado o culto o vulgarizador que se quiera- de entretenimiento?
viernes, 23 de mayo de 2008
martes, 13 de mayo de 2008
El peso de las ideas
"A la larga, la verdad no importa". Wallece Stevens.
La frase está llena de decepción, de aceptación del poder superior del paso del tiempo que borra la importancia de todo, incluso de esa invención tan sobrevalorada llamada verdad. La frase tiene un regusto de rendición, de dejación de la lucha por el conocimiento. Pero también nos libera del peso sagrado de las grandes palabras, de una responsabilidad que paraliza. La culpa, la verdad, lo dicho, lo hecho, ¿qué importancia tienen al hacer el balance final?
La frase está llena de decepción, de aceptación del poder superior del paso del tiempo que borra la importancia de todo, incluso de esa invención tan sobrevalorada llamada verdad. La frase tiene un regusto de rendición, de dejación de la lucha por el conocimiento. Pero también nos libera del peso sagrado de las grandes palabras, de una responsabilidad que paraliza. La culpa, la verdad, lo dicho, lo hecho, ¿qué importancia tienen al hacer el balance final?
domingo, 11 de mayo de 2008
Historias verdaderas
En el artículo "Las enseñanzas de Sherezade", publicado hoy en El País, Gustavo Martín Garzo nos enfrenta a la distinción entre las "historias verdaderas" -los mitos- y las "historias inventadas". No es la primera vez que Martín Garzo nos adentra a través de sus textos a una interpretación, que cabría calificar de trascendente, de la literatura. Su voz es, a estas alturas postmodernas, casi única, una voz imprescindible, un modo de ver la literatura y el arte profundo, enraizado en la esencia última del ser humano. Cuando habla de literatura, lo hace con mayúsculas: "La ficción entendida como mero entretenimiento, como mundo paralelo que nos permite sortear el aburrimiento y el cansancio de lo real, termina por convertirse en un juego banal que apenas es capaz de provocarnos algún que otro estremecimiento".
Volvemos a un tema que espero sea recurrente en este blog: la representación de la realidad, o el arte y la realidad, o mundo y literatura: qué representa el arte y por qué, cómo puede hacerlo, qué espera que le diga el lector o el espectador o el oyente. Y todo ello, hoy, ahora, para el futuro inmediato. Me parece un aspecto cardinal de la reflexión artística. Quizá la única.
Es posible que el deslizamiento de la ficción hacia la realidad que es posible observar en la novela actual tenga algo que ver con el descrédito de las "historias verdaderas" de las que habla Martín Garzo. O que sólo se trate de una nueva forma de adaptarse a las necesidades de escritores y lectores contemporáneos. No estoy seguro de cuál es la opción correcta, si es un síntoma o un remedio.
"Curiosamente, la falta de referencias a esas historias verdaderas que constituyen la base del mito ha provocado un empobrecimiento tanto de la realidad como de la ficción". Esto es lo que hoy sucede, quizá no exclusivamente por la ausencia de historias verdaderas. ¿Es esa afirmación aplicable a todas las culturas, por ejemplo, la islámica o las africanas?
¿Es posible que la ficción haya salido al rescate de esa realidad una vez que se ha producido, según Gustavo Martín Garzo, un "radical descrédito de lo real"? Desde luego, la sobreabundancia de información, de imágenes que aparentan haberse apropiado absolutamente del mundo real, accesible para todos al instante, ha podido hacernos intuir que, en contra de lo pudiera parecer, la realidad se nos escapa. Y necesitamos agarrarnos a ella, porque es el medio natural en el que respiramos. ¿Y de ahí que el territorio de la ficción se vea ocupado por el de la no ficción? ¿O es sólo una reacción contra el exceso de ficción de la novela comercial (histórico-policíaca...) o un síntoma de rendición frente a otros formatos (los visuales) que han ganado la batalla en el relato de historias?
Volvemos a un tema que espero sea recurrente en este blog: la representación de la realidad, o el arte y la realidad, o mundo y literatura: qué representa el arte y por qué, cómo puede hacerlo, qué espera que le diga el lector o el espectador o el oyente. Y todo ello, hoy, ahora, para el futuro inmediato. Me parece un aspecto cardinal de la reflexión artística. Quizá la única.
Es posible que el deslizamiento de la ficción hacia la realidad que es posible observar en la novela actual tenga algo que ver con el descrédito de las "historias verdaderas" de las que habla Martín Garzo. O que sólo se trate de una nueva forma de adaptarse a las necesidades de escritores y lectores contemporáneos. No estoy seguro de cuál es la opción correcta, si es un síntoma o un remedio.
"Curiosamente, la falta de referencias a esas historias verdaderas que constituyen la base del mito ha provocado un empobrecimiento tanto de la realidad como de la ficción". Esto es lo que hoy sucede, quizá no exclusivamente por la ausencia de historias verdaderas. ¿Es esa afirmación aplicable a todas las culturas, por ejemplo, la islámica o las africanas?
¿Es posible que la ficción haya salido al rescate de esa realidad una vez que se ha producido, según Gustavo Martín Garzo, un "radical descrédito de lo real"? Desde luego, la sobreabundancia de información, de imágenes que aparentan haberse apropiado absolutamente del mundo real, accesible para todos al instante, ha podido hacernos intuir que, en contra de lo pudiera parecer, la realidad se nos escapa. Y necesitamos agarrarnos a ella, porque es el medio natural en el que respiramos. ¿Y de ahí que el territorio de la ficción se vea ocupado por el de la no ficción? ¿O es sólo una reacción contra el exceso de ficción de la novela comercial (histórico-policíaca...) o un síntoma de rendición frente a otros formatos (los visuales) que han ganado la batalla en el relato de historias?
Etiquetas:
Martín Garzo,
representación de la realidad
jueves, 8 de mayo de 2008
lunes, 5 de mayo de 2008
Cultura & show business
Cada vez es más notorio que los intelectuales se han sumado a la caravana del espectáculo. Si existen festivales de teatro y de cine, ¿por qué no van a tener su público un escritor o un filósofo con tablas, con anécdotas jugosas, con opiniones amables o polémicas? De ahí la proliferación de los Hay Festival, de las concentraciones de poetas, de la inclusión de filósofos en festivales de música, los ciclos de charlas y conferencias. La atracción del público ante la presencia del autor en las presentaciones de libros, las colas ante la caseta para conseguir un codiciado autógrafo, empalidecen ante el nuevo sesgo del negocio. Los autores se embarcan en la gira. El público paga religiosamente su entrada. En parte, un elemento más de la profesionalización del intelectual; en parte, un signo de la cultura de masas, del espectáculo. ¿Se trata tal vez de un síntoma de la banalización de la cultura o de una muestra de la extensión de la cultura en una sociedad opulenta y cultivada? ¿Por fin la cultura se traduce en beneficios empresariales? ¿Se reduce todo, más que a la profundidad de la propuesta, a un nuevo juego del mercado?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)