lunes, 5 de mayo de 2008

Cultura & show business



Cada vez es más notorio que los intelectuales se han sumado a la caravana del espectáculo. Si existen festivales de teatro y de cine, ¿por qué no van a tener su público un escritor o un filósofo con tablas, con anécdotas jugosas, con opiniones amables o polémicas? De ahí la proliferación de los Hay Festival, de las concentraciones de poetas, de la inclusión de filósofos en festivales de música, los ciclos de charlas y conferencias. La atracción del público ante la presencia del autor en las presentaciones de libros, las colas ante la caseta para conseguir un codiciado autógrafo, empalidecen ante el nuevo sesgo del negocio. Los autores se embarcan en la gira. El público paga religiosamente su entrada. En parte, un elemento más de la profesionalización del intelectual; en parte, un signo de la cultura de masas, del espectáculo. ¿Se trata tal vez de un síntoma de la banalización de la cultura o de una muestra de la extensión de la cultura en una sociedad opulenta y cultivada? ¿Por fin la cultura se traduce en beneficios empresariales? ¿Se reduce todo, más que a la profundidad de la propuesta, a un nuevo juego del mercado?

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