sábado, 28 de noviembre de 2009

Nuestra identidad real y nuestra identidad digital tienden a equipararse. Eso dicen. Pero yo me siento apenas digitalmente balbuciente. Miro, leo, escucho, salto de un lugar a otro, casi como hace mi identidad real, sin hacerme notar demasiado. Tal vez sea verdad que mi identidad real y mi identidad digital tiendan a equipararse, a equilibrarse a igualarse. Así que, si dejo de escribir el blog, pasa el tiempo y sigo sin volver a escribir, como quien deja de ir a un bar y ya no se le ocurre volver porque construye otras rutinas. Y escribo ahora sin mucha convicción, seguro de que mis palabras rebotan en el vacío. Lo normal, lo esperable para mi identidad digital más cerca del feto que del niño, incapaz de establecer relaciones en la red. Me asomo a la tertulia, al feedback que establecen otros entre su palabras y sus conocidos y me retraigo sin decir nada. Qué difícil es decir algo. Qué difícil pontificar cuando no se tienen verdades que tengan la densidad de un balón de plomo. ¿Hablar de lo cotidiano? ¿Recalentar las reflexiones indigestas del mundo laboral? ¿Hacer creación literaria ex profeso o ex céntrica o convertida en simple boutade? ¿Dictar sentencia de libros y músicas? ¿De la actualidad? Quizá deba esperar a que mi identidad digital crezca, se haga adolescente y se rebele ante la adulta imperfecta que es mi identidad real.
Mientras, por decir algo, me pregunto cómo interfieren esas identidades virtuales en la apropiación y la representación de la realidad.

viernes, 31 de julio de 2009

Todo a 2 euros

No sólo camisetas, cualquier otra prenda, por kafkiano que parezca, a 2, 5, 7 o 9 euros. Nada tendrá un diseño sofisticado ni una calidad excepcional, pero tampoco hará nadie el ridículo vestido así. Algunos días antes, los sindicatos anuncian, o denuncian, que los fabricantes de marcas blancas pagan una media del 30 % menos sus empleados que las empresas de nombre reconocido. Es cierto que nada vale nada, que nos acostumbramos fácilmente al gratis total de Internet, que sabemos que nuestras monedas no pagan el objeto adquirido, sino nuestras propias fantasías estimuladas por la publicidad y por un magma social del que todos formamos parte, aunque sean los medios de comunicación sus amplificadores oficiales. Llegamos a casa y vemos en las etiquetas que la ropa ha sido confeccionada en Bangla Desh. El low cost siempre lo paga alguien, también, de un modo u otro, nosotros mismos.

jueves, 30 de julio de 2009

Creer para crear

Un Mayor Zaragoza ebrio de utopía defiende en un extenso artículo que ahora es posible otro mundo, aquel justo y solidario que cualquiera de nosotros soñaría. Afirma tajante: “El panorama actual constituye una vergüenza colectiva, que exige un cambio tan radical como apremiante. Ahora sí es posible este cambio porque en los últimos años se ha producido una rápida “maduración” de las capacidades necesarias para que los súbditos se conviertan en ciudadanos del mundo y adquieran una conciencia global”. Al despertar democrático de amplias zonas del planeta añade las nuevas tecnologías como formas novedosas y revolucionarias de participación y toma de decisiones. La crisis actual se ve como una posibilidad; los capitales que han salido al rescate de las instituciones que nos han llevado a la crisis, aparecen como una demostración de la existencia de capitales que pueden ponerse al servicio de causas humanitarias e igualitarias mucho más dignas.

Me encantaría que esa euforia me arrastrara, aunque fuera en una dosis apta para todos los públicos. Pero me temo que me domina el escepticismo. ¿Podremos alguna vez las personas sin poder económico transformar el mundo? Parece que cuando han sido actores en primera línea de la historia ha sido en beneficio de los privilegios de clases emergentes con poder económico y social de facto o, si no, han dado paso a la creación de élites que se han arrogado esos poderes.

Es cierto, como apuntaba Vicente Verdú, que el momento previo a la crisis era percibido socialmente por grandes capas como de fin de ciclo, como un estado de cosas tal que era imposble su mantenimiento por más tiempo. Pero nada apunta ahora hacia otro mundo. El tiempo lo dirá, pero quizá no sea más que otro bache cíclico de nuestro capitalismo. El verano nos ha instalado ya en ese limbo de la espera, de la decisión aplazada. A la vuelta veremos. En cualquier caso, para crear -arte u otro mundo- es necesario creer. Y creer es una fuerza que viene de dentro afuera, incontenible por los muros de los argumentos y las razones. A veces, el voluntarioso ensamblaje de razones y argumentos puede parecernos que levantamos con ellos una creencia, pero sólo es un espejismo.

martes, 30 de junio de 2009

Aferrados al tópico

Ayer, de nuevo, en El País, encuentro el mismo tópico, esta vez entre las frases de Rodríguez Ibarra: "Por ahí andan los expertos en educación desconcertados ante la información en Internet que supera a la de cualquier profesor, ¿qué va a pasar con los alumnos digitalizados?" ¿Qué ocurre ahora de novedoso? ¿Es que acaso antes de Internet tenía en su cabeza toda la información disponible sobre cualquier tema o materia? ¿Era el guardián de secretos por nadie más conocidos y ahora divulgados democráticamente por la red? ¿Es que se prohibía a los estudiantes el acceso a los libros y a las bibliotecas?
El modelo educativo no sufre un desgarrón por esa irrupción de Internet en nuestras vidas.
Como todos los razonamientos de los políticos, especialistas de diversa índole y profetas en general adolezcan del mismo rigor...

martes, 23 de junio de 2009

La Red

Vuelvo a leer una versión más del mito llamado "Internet", esta vez en la pluma nada menos que de la rectora de la Universitat Oberta de Catalunya, Imma Tubella: "La Universidad ha perdido el monopolio del conocimiento. Los profesores ya no somos los únicos depositarios del saber. La Red nos ha jugado una mala pasada." Ya lo tengo oído de la enseñanza secundaria montones de veces. No entraremos en esos matices sofisticados que aclaran la distinción entre "saber" y "conocimiento". Nos basta con algo más de bulto. ¿Es que acaso no estaba ya antes disponible la mayor parte de la información que se impartía en cualquier centro docente de cualquier nivel? ¿Era esa información revelada por el profesor casi en secreto? No, desde luego. Estaba disponible en soporte de papel, en libros y revistas especializadas. El estudiante o la persona interesada debía perder, eso sí, el mismo tiempo que ahora emplea en navegar por la red desde su silla en acercarse a la biblioteca y solicitar el volumen que precisase. Esa es la única diferencia, salvo que quizá la selección de antes tenía menos posibilidad de fracaso y que, probablemente aún hoy, toda la información disponible en soporte de papel no pueda ser encontrada en Internet, aunque, a cambio, haya otra únicamente en soporte digital. A nadie se le hubiese ocurrido decir que la enseñanza tal y como la conocíamos había desaparecido por el libre acceso a las bibliotecas, por muy amplias y selectivas que estas fueran. Me asombra el papanatismo con que miramos a las nuevas tecnologías.
Los políticos, los miembros más activos del colectivo de profesores insisten en la idea de llevar Internet al aula. Parece ser la solución a todos los problemas. Si el chico busca la información disponible en la red sobre García Lorca en lugar de hacerlo en tres o cuatro libros, habrá contribuido a la redención de la sociedad y de sus males. Todavía no somos capaces de entender que se trata de herramientas, de instrumentos que nos facilitan la realización de tareas que antes sólo podían llevar a cabo especialistas o de hacer oír nuestra voz en una plaza pública de dimensiones planetarias (y por ello, muchas voces y un número reducido de oídos, salvo mitos). El acento no hay que ponerlo en las nuevas tecnologías, sino en la creatividad. Ese es el verdadero logro de la red, no el acceso a una cantidad de información casi inmensurable, sino la posibilidad de crear algo nuevo y de divulgarlo, potencialmente, aunque sólo sean unas imágenes o unas frases propias donde se exprese una opinión, una idea, una sensación.

domingo, 7 de junio de 2009

Juan Muñoz


La obra escultórica de Juan Muñoz que ahora se exhibe en el Reina Sofía da cuenta de su enorme originalidad, al mismo tiempo que de su atractiva estética y de su profundidad conceptual. Uno de sus ejes temáticos gravita en torno a la identidad del ser humano y a la imposibilidad de romper nuestro aislamiento. Como todas esas figuras humanas, todos somos idénticos y, como ellos, ningún gesto por muy amigable que parezca logrará romper nuestro aislamiento. Esos gestos helados nos llenan de perplejidad, nos inquietan, rodeados de esas decenas de figuras cuya escala, algo inferior a la humana, nos ponen en la perspectiva de observadores a la vez que de un objeto más de observación, el único que rompe la uniformidad tan diversa del mismo gesto en medio de ese bosque humano.
Las figuras que semejan tentetiesos nos recuerdan nuestro perenne movimiento, la equívoca certeza que tenemos de que nos movemos aunque en realidad permanecemos atados al mismo metro cuadrado, sin posibilidad de escapar del suelo a pesar de lo puedan sugerir sus gestos etéreos de bailarinas.
La incomunicación, el ser humano como espécimen digno de observación, la teatralización, la ambigüedad de dentro y fuera... todo sometido a un rigor estético, a una coherencia que revelan la obra de uno de los artistas fundamentales de nuestra época. ¿Qué mejor plan para una mañana de fin de semana?

sábado, 9 de mayo de 2009

Voces en el vacío



El miércoles hemos inaugurado la ¿instalación, happening, muestra, puesta en escena, experiencia artística? titulada esta vez Voces en el vacío. Es la segunda de este tipo que hemos montado entre José Manuel Pérez Cortijo y yo mismo. Mezclamos artes plásticas y literatura, pero lo verdaderamente novedoso es la relación que tratamos de establecer entre la obra y el espectador. Los visitantes de la muestra deben solicitar cita previa y dispone de media hora. En cada período sólo entran tres visitantes. El montaje, que incluye música y una distribución e iluminación escenográfica, apela a un diálogo directo entre la pieza -plástica o literaria- y el espectador, que se convierte en un receptor activo que toca, lee textos únicos, reconstruye determinadas piezas... El eje central de estas Voces tiene que ver con lo teatral, lo arquitectónico como decorado, la palabra que perdura más allá del emisor, el mundo como construcción simbólica de sentimientos y valores... Esta línea de trabajo e investigación artística sólo es posible por las facilidades que nos presta vivir en un pueblo como Arenas: contamos con la única sala de teatro alternativo de toda Castilla y León -El Balcón- gracias a la colaboración de su propietaria, Paloma Rodrigo; el acceso de los posibles espectadores a nosotros, los "artistas", es sumamente fácil; nos prestamos de buena gana a recibir a los visitantes, ya que aquí no existen apenas distancias ni tiempos muertos... Este tipo de instalaciones serían imposibles en una sala comercial al uso. Puede parecer que lo último, lo más moderno y vaguardista, hay que buscarlo alrededor de los ordenadores y de Internet; pero creemos, humildemente y debido a su singularidad, que nuestra apuesta no le va a la zaga.

A veces, lo periférico tiene ventajas...

miércoles, 15 de abril de 2009

¿Preguntas existenciales?

Regresados al punto de partida, cuando la dulce tristeza del reencuentro con la rutina se estampa en el cielo final de la tarde, las imágenes, las sensaciones de lo vivido durante el viaje van adquiriendo un peso en cuya cifra interviene también el momento presente. Es el momento de expresar por escrito las intuiciones que nos rozaron entonces.




Escuchamos en la iglesia, aislados de la noche solitaria y fría, el rezo de completas. Los monjes benedictinos celebraban con su cántico, repetido jornada a jornada, idéntico, a lo largo de los siglos -y no es un modo figurado de hablar-, el final de otro día pleno y su deseo de iniciar uno nuevo en el servicio y la alabanza de Dios.





Sus voces, las sencillez del rito, con algún simbolismo extraño para el profano, transmitían una serenidad que se elevaba por encima del altar, de la bóveda, de las nubes, de la manifestación cultural con que escuchamos desde nuestro escepticismo antropológico...

Poco importa compartir o no su fe, porque a fin de cuentas a todos nos une el hecho de la existencia y la necesidad de llenarla de sentido.

Las preguntas que uno se plantea frente a los monjes: ¿es mi vida más variada, más intensa, más libre que la de los monjes? ¿Somos dueños de nuestra forma de vida? ¿Cuál es el estilo de vida que en el fondo deseamos?

martes, 31 de marzo de 2009

arañas de agua


Hoy comienzo a publicar -y a realizar al mismo tiempo- la experiencia ¿literaria? cuyo título ha dado en ser ARAÑAS DE AGUA.

Primer paso en un camino por descubrir.

jueves, 26 de marzo de 2009

Una canción, una imagen, un texto pequeño







Una cierta fuerza nos impulsa últimamente a salir en coche a recorrer unas decenas de kilómetros. No sé si estos esfuerzos merecen el nombre de viajes. Salimos no muy temprano, visitamos lugares en los ya hemos estado, reconocemos lo olvidado, hacemos fotos, regresamos. Más que un viaje, nuestro periplo se asemeja más a una espiral. Quizá logramos, no estoy muy seguro de ello, igual que la escalera de la concatedral de Cáceres, elevarnos unos metros sobre el suelo.

jueves, 15 de enero de 2009

Arte y política

Hace unos días, mientras veía en la televisión, sin mucho entusiasmo, las imágenes de una antigua película de piratas, me preguntaba si es inevitable que toda obra de arte posea una dimensión política. Daba vueltas a la idea mientras el pirata se exhibía jactancioso ante la chica guapa y con carácter y concluí que, en el fondo, cualquier acto de la vida posee también una dimensión política. Y el arte, inevitablemente, no puede escapar de esa ley universal. Lo único que, quizá, y relativamente, pueda ser ponderado o calibrado es la intensidad y el significado de esa vertiente política inherente a cada acto, artístico o no.
Ayer, también en la televisión, en una entrevista, nuestra más famosa baronesa declaró rotunda: "El Arte está por encima de la política" (he escrito con mayúscula la palabra arte, porque así sonó, capitalmente sacralizado). Naturalemente, no quería decir eso, sino que es su colección, su "museo", el que queda por encima del bien y del mal, de la derecha y de la izquierda, del hoy o del mañana. De hecho, en ese museo vimos hace un par de meses una exposición que chorreaba política por cada uno de los poros de sus cuadros: "La Vanguardia y la Gran Guerra".
A Antonio Muñoz Molina la exposición le motivó una terrible reflexión sobre la culpabilidad de los artistas, especialmente de Marinetti -al que llamaba "botarate"- en el desencadenamiento de los desastres de la guerra o, como mínimo, de su cómplice irresponsabilidad por lanzarse eufóricos a los brazos de una contienda tal vez más teatralizada y fantasiosa de lo que era en realidad.
El paso de los años y la descontextualización del momento histórico en el que las obras artísticas nacen, haya hecho perder en buena medida su mensaje político, lo haya hecho opaco. El arte de este período es un buen ejemplo. Con toda probabilidad nuestros mejores prejuicios hayan desactivado el verdadero sentido de estas composiciones. No cabe duda de que es política la exaltación patriótica de las banderas de Léger, pero también sería política cualquier otra representación de la realidad, aunque lo fuese de un modo menos evidente. Hoy ocurre otro tanto, pero sólo las obras de contenido ideológico o, mejor, político, llaman nuestra atención hacia esa dimensión interpretativa. Pero toda obra, todo acto, exhala política. Pero, ¿quién se detiene a interpretarlo así? Sepultados por la avalancha de informaciones, de hechos, de sucesos, de actos que tejen nuestras vidas, ¿quién tiene tiempo para identificarse o para rechazar esa lectura, quién se para a hacer siquiera esa lectura? ¿Quién hace hoy una lectura crítica del mundo? Y, por otro lado, yo, como codificador de un mensaje, me planteo también cuál sea el significado político de este texto, de este lugar o no lugar.


(Escrito esto ayer, hoy encuentro en El País el siguiente titular: "¿Puede ser la pornografía arte político?" Me sorprende la literalidad de la expresión. El reportaje gira en torno a una obra de Santiago Sierra y recoge declaraciones del artista: "Así que me parece perfecta [la pornografía] para activar y mirar lo que de instintivo tiene la política." "Las reflexiones políticas y las actuaciones que de ella se derivan son algo más primario de lo que comúnmente se cree." "El arte aparentemente menos político es el más instrumentalizado políticamente. Todo arte es político, pero normalmente quien se fotografía con el poder asegura tener sólo un interés poético."